No estás, Adolfo, pero permaneces
imborrable en nosotros. En cada
paso,
en cada rincón o cualquier lugar
hay
siempre un recuerdo, una sonrisa
o
alguna expresión tuya que ya
forma
parte de nuestras vidas.
No estás, hermano, pero tu recuerdo
sigue alojado, perennemente, en
nuestro
pensamiento, y estás presente en el
día a día
de nuestro trabajo, en nuestros
sueños y
cuando descansamos junto al mar.
No estás, Adolfo, pero tu presencia se
nos agiganta cuando estamos toda la familia
junta porque todos tenemos un poco de ti, y
no nos hace falta pronunciar tu nombre
para sentirte a nuestro lado como siempre
has estado y estarás.
nos agiganta cuando estamos toda la familia
junta porque todos tenemos un poco de ti, y
no nos hace falta pronunciar tu nombre
para sentirte a nuestro lado como siempre
has estado y estarás.
No estás, Adolfo, pero estás.
Viladecans, abril del 2016.
Sebastián Romera.